lunes, 30 de agosto de 2010

EL MICROPERIÓDICO DE LA ABUELITA


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Cuentan que, bajo Trujillo, cada alto funcionario dominicano, al despertarse, lo primero que hacía era buscar en el periódico oficial si él —o ella— había dimitido. El sátrapa obligaba a sus servidores, antes de tomar posesión, a firmarle un escrito de renuncia en blanco, al que después daba curso cuando se le antojaba.

En la Cuba de hoy no hace falta llegar a esos extremos. Curiosamente, los mismos burócratas que consideran la mayor desdicha ser separados de la ubre pública —a la que se adhieren como lapas succionando con fruición—, muestran una rara inclinación a dimitir cuando sus camaradas se lo demandan con firmeza.

Recuérdense los casos de dirigentes destacados como Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, y sus respectivos escritos de resignación, tan parecidos entre sí y que —para mayor inri— fueron publicados uno junto al otro.

Por eso aquí no hace falta firmar renuncias en blanco. Pero la lectura del diario oficial sí es ocupación obligada para todos los integrantes de la nutrida (en ambos sentidos de la palabra) nomenclatura cubana. Se trata del Granma, órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Como todo el mundo conoce, salvo los viernes (¡sabrá Dios por qué escogieron ese día!), la diminuta gaceta suele constar de sólo dos hojas, que alcanzan apenas para ocho páginas. Por eso creo que no es injusto que resaltemos su pequeñez.

Como —además— su nombre propio —el mismo del histórico yate— significa abuela en inglés —o, para ser más preciso, el diminutivo afectuoso correspondiente—, entonces hay motivos para llamarlo así: miniperiódico de la abuelita.

Se entiende que, con tan reducido volumen, las secciones tuvieran que ser harto magras. Como regla, sendas páginas para deportes, noticias culturales e internacionales. El resto lo ocupaban algún reportaje muy escogido y —desde luego— las informaciones nacionales, a las que generalmente se les asignaba más espacio.

Pero he aquí que el Máximo Líder ha decidido volver por sus fueros, y desde hace algunos días una de las dos hojas que integran el diario es dedicada íntegramente a publicar fragmentos del libro La victoria estratégica, que aborda sucesos de más de medio siglo de antigüedad. Según la versión oficial, el Reflexionante en Jefe escribió esta obra en sus meses de gravedad.

Lo anterior significa que, de un plumazo, el espacio efectivo ha quedado reducido a la mitad. Esto ha dado lugar a que las informaciones deportivas, culturales e internacionales queden comprimidas en una sola página, de la cual los redactores, pudorosamente, han preferido omitir el nombre. Creo que, con esto, hay que precisar ahora el apelativo del diario, cambiándolo por el de microperiódico de la abuelita.

No resulta ocioso evocar aquí el surgimiento del Granma. Los de más edad recordamos que, con anterioridad, existían Revolución —creado por Carlos Franqui, del Movimiento 26 de Julio— y Hoy, de raigambre más puramente comunista. Se decidió unificarlos, y no olvido la frase que se esgrimió para justificar la medida: “Vamos a hacer un periódico a la altura de la Revolución”.

Aquí sólo hago un breve comentario: Si ellos mismos reconocen que la altura de la Revolución es la del periódico… Como decimos los abogados: A confesión de parte, relevo de pruebas.

La Habana, 25 de agosto de 2010.

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