jueves, 10 de junio de 2010

CARTA ABIERTA A CUBANET

La Habana, 9 de junio de 2010

Colegas de Cubanet:

Redacto estas líneas para referirme a mi artículo “El posible éxito de todos”, que ustedes publicaron en días pasados, así como al que escribió el señor Lázaro González Valdés con el título de “Ya no hay trompetas de Jericó”.

En ese trabajo, el citado señor, tras una alusión a “las trompetas del triunfalismo” y una cita de Maquiavelo cuyo sentido no logro desentrañar, menciona mi nombre. (De hecho, lo hace seis veces en su trabajo, por lo que tengo sobrados motivos para afirmar que este último está consagrado a mi persona.)

González Valdés parte de una premisa falsa, que es la versión sobre mis planteamientos que él mismo fabricó y que da de inicio (versión que después él se dedica a “rebatir” a lo largo de todo su escrito). Según esa adulteración, yo —supuestamente— hice comentarios muy elogiosos sobre ese verdadero parto de los montes que es “el traslado de seis presos de conciencia a cárceles cercanas a su domicilio”.

Esto —desde luego— es una tergiversación de lo que yo escribí, y a ustedes les consta perfectamente: No soy adivino ni babalawo, de modo que no puedo predecir el futuro. Si mi artículo se los remití el 25 de mayo, ¿entonces como iba yo a referirme en él a un hecho (el traslado de esos seis presos) que tuvo lugar días más tarde!

Como es obvio, si ustedes tardaron una semana en publicar “El posible éxito de todos”, la responsabilidad —naturalmente— no es mía.

El carácter evidente de la manipulación queda claro incluso para cualquiera que desconozca ese detalle de las fechas, pero que se tome la molestia de leer mi artículo no con el propósito preconcebido de atacarme, sino con el simple objetivo de enterarse de cómo pienso. Quien haya obrado así, habrá observado fácilmente que en mi trabajo califico como “medida inaugural anunciada” los “traslados de presos políticos enfermos hacia los hospitales” (pues era de eso que se hablaba cuando yo escribía).

Como ven, no hay allí ni una palabra sobre las supuestas bondades extremas del traslado de seis presos de una prisión a otra, que es lo que el señor González, después de poner tramposamente esa falsa afirmación en mi boca, se dedica a impugnar con extremado vigor.

Otro ejemplo claro de manipulación es la cita que hace el referido señor de la frase “pasos, que comienzan a ser ya algo distinto”. Creo que, para quien lea mi trabajo sin ánimo tergiversador, quedará claro que no sólo no me estoy refiriendo al “traslado de seis presos de conciencia a cárceles cercanas a su domicilio” (de lo cual —como ya dije— yo no podía escribir1 , porque esto aún no había sucedido), sino tampoco a los traslados de los enfermos “hacia los hospitales” (paso que, aunque positivo, representaría bastante poco, y al cual sólo doy la categoría de “medida inaugural anunciada”).

Lo “nuevo”, en este caso, es —de entrada— el hecho de que el gobierno cubano se haya sentado a dialogar, de igual a igual, con los jerarcas de una institución que, aunque el señor González piense otra cosa, y aunque la policía política haya logrado penetrarla —como todo o casi todo en Cuba— sí es independiente y tiene una agenda distinta a la de los comunistas.

Los restantes extravíos del artículo de marras se inspiran en esos pecados originales, aunque no han faltado otras manipulaciones que han contribuido al mismo fin. González Valdés —en el resto de su trabajo— se ha dedicado a reproducir —para acto seguido “rebatir”— las frases mías que le han convenido, sacadas de su contexto.

Ese método me recuerda al de otras personas que conocemos bien.

A contrariu sensu, si afirmo (como ciertamente lo hago en mi artículo, a cuyo texto me remito) que “a los presos políticos, a las dignas Damas de Blanco”, a “Orlando Zapata y Guillermo Fariñas” les corresponde el “rol principal” en la postura asumida ahora por el régimen, ¡por supuesto que Lázaro González no mencionará ese “detalle”! ¿Para qué, si es más fácil dedicarse a refutar la versión que él mismo creó sobre algo que yo no dije!

Acerca de las otras afirmaciones que hace el referido señor, no tengo por qué extenderme. Por supuesto que él tiene derecho a tener las opiniones que desee y a expresárselas a quienes consideren útil conocerlas. Si él estima que la Iglesia Católica no es una entidad independiente; o si cree que, de producirse excarcelaciones de los presos políticos más enfermos, ello no será un éxito de Cuba, ése es su problema. Repito que tiene derecho a decir lo que se le ocurra.

A lo que sí no tiene derecho (y es lo que impugno) es a tergiversar el pensamiento de otra persona con el objetivo de hacerla objeto de ataques infundados.

Por otra parte, si él —como afirma en su carta— de verdad considera que “al régimen le hace falta urgentemente mejorar su imagen, para lo cual necesita terminar con las marchas de mujeres por la libertad de los presos políticos”, entonces sólo puedo recordar el refrán: Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas, porque —en esencia— pienso lo mismo.

Una observación final: Desde ahora advierto que no es mi propósito enzarzarme en un debate que reconozco que sería estéril. A fuer de sincero debo decir que tengo cosas más importantes que hacer. Si he escrito estas líneas es no tanto porque el señor González haya escrito ese artículo, sino porque un órgano prestigioso como Cubanet, del que siempre confié que mantendría a ultranza los principios de la ética periodística, ha tenido a bien publicarlo.

Como Cubanet, basándose en los meses de prisión que cumplió ese señor, ha considerado pertinente reconocerle el título de “ex prisionero de conciencia” (al cual —sin dudas— él tiene derecho), título que no ha reconocido expresamente a otros muchos colaboradores habituales (entre ellos yo como uno más), firmo esta carta en la forma que habitualmente lo hago (y que Cubanet ha preferido omitir sistemáticamente), y además hago alusión a aquella condición, que no suelo enarbolar y que me he ganado con años y por partida doble, y esto sin trabajar como listero ni como otra cosa y sin recibir pases semanales.

Atentamente,

René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente

Ex prisionero de conciencia

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